¿Por qué nos cuesta tanto entender los ritmos de cada niño? ¿Por qué esa necesidad de que las cosas tienen un momento, marcado en un papel, en las que han de ser aprendidas? Este libro es una obra de arte, una gran reflexión que muchos de nosotros nos hacemos diariamente puesta sobre el papel. Un imprescindible este curso escolar si aún no lo has leído.
Hacer elogio de la educación lenta tiene sentido hoy y aquí en tanto que representa el elogio de un modelo educativo como la pieza clave en el proceso de humanización de la sociedad. El tiempo no puede colonizar nuestras vidas y las de la escuela, sino que hay que devolverlo a los niños y niñas y al profesorado para que pueda ser un tiempo vivido plenamente y, por tanto, plenamente educativo. «Más», «antes» y «más rápido» no son sinónimos de «mejor», y educar para la lentitud significa ajustar la velocidad al momento y a la persona.
Fantástico libro de Joan Domènech Francesch
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